El juguete favorito
- Tias Madrinas
- 18 ago 2017
- 3 Min. de lectura
Es habitual que los bebés sientan especial cariño por un objeto en particular al que, como muchas mamás observan, se encuentran muy aferrados. En psicología es llamado objeto transicional. Es un objeto material en el que el infante deposita cierto apego y que tiene funciones psicológicas importantes, sobre todo al conciliar el sueño, cuando el bebe/niño está solo o ante situaciones nuevas que pueden resultar estresantes.
Puede ser un muñeco, un peluche, una mantita, una almohadita, una sábana, etc. Generalmente, es de textura suave debido a la necesidad innata de apegarse a un objeto suave para sentirse protegidos.

Este objeto suple ciertas funciones de la madre cuando esta se encuentra ausente. Constituye una fuente de placer y de seguridad para el infante que suele apretarlo, tenerlo cerca y hasta hablarle. Le permite al pequeño constituir un área intermedia entre él mismo y otra persona o entre él mismo y la realidad. Es subjetivo porque se le dan y atribuyen funciones en el campo de la imaginación. El juguete se vuelve tan importante en la vida del pequeño que le acompaña durante la mayor parte del día, lo busca cuando necesita consuelo y se vuelve imprescindible a la hora de dormir. Es algo que le brinda seguridad. Representa el apego que el bebé siente con sus padres y le ayuda a controlar la ansiedad de separación, etapa en la que el bebé comienza a experimentar que es un ser independiente a su madre.
¿Qué características tienen?
El niño lo escoge arbitrariamente. No importa cuánto intentemos que sea un juguete determinado, es sólo el pequeño quien decide cuál es su objeto especial. No importa que sea el más bonito o el más llamativo. Por algo inexplicable es el preferido.
Tiene un olor especial por su manipulación (el bebé lo muerde, babea, arrastra, abraza, duerme con él). El olor particular es muy especial para el bebé. Se recomienda no lavarlo para no borrar esa huella pero si el objeto se encuentra sucio, recomiendo hacerlo de manera discreta, cuando el bebé no esté observando.
Tiene que ser ese y no otro. El objeto transicional no debe cambiar a no ser que sea el bebé quien decida destituirlo como objeto especial y pasarle los poderes a otro. Aunque le compremos un muñeco exactamente igual, querrá ese que ha elegido.
Es un compañero fiel. El niño no se separa de él. Lo lleva a todos lados, al nido, de paseo, a la cama, en el carro. Se encuentra siempre a la vista y al alcance del niño. No puede faltar. Si se pierde, es motivo de profunda tristeza.
No todos los niños adoptan un objeto transicional en su infancia. El proceso emocional es diferente en cada niño, algunos necesitan aferrarse a un objeto mientras que otros no. Para algunos, el objeto transicional es la propia madre, para otros puede ser la madre y el objeto. También hay niños que en lugar de objetos especiales adoptan conductas especiales como chuparse el pulgar, acariciarse el pelo, repetir una canción para dormirse, pedir la mano, etc. Estas conductas o elección de objetos transicionales pueden comenzar a partir de los 4-6 meses y durar hasta los 3-4 años cuando el niño ha adquirido mayor control de los miedos de abandono, comienza a ser más independiente e inicia su vida social. Puede que use su objeto de apego de forma continuada o que recurra a él cuando atraviese por una etapa de ansiedad como el nacimiento de un hermanito, una mudanza o la separación de los padres.
En cualquier caso, que el niño adopte un objeto transicional es absolutamente normal, signo de un correcto desarrollo psíquico y no se debe interferir ante él.
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Artículo escrito por: Lic. Sofía Morán - Psicóloga Clínica y psicoterapeuta psicoanalítica en formación.
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