Hey, tú…lo vas a hacer bien :)
- Meli
- 22 feb 2017
- 5 Min. de lectura
¡Cuántos temores tenemos antes de que nazcan nuestros hijos! Algunos fundados y otros absurdamente infundados.
En este post, te contaré las tonterías que pensaba y cómo las fui desechando conforme pasaba el tiempo. Tal vez te puede ayudar saber que muchas mamis nos sentimos así ante la incertidumbre, pero te aseguro que esto pasará.
Antes que naciera Lucas yo pensaba que no me iba a querer: Es algo que le preguntaba a todos, a mis amigas, a mi esposo, a mi mamá. Todas me respondían como riendo o pensando que yo bromeaba, pero no era así. La única que maso entendió cómo me sentía, era mi mamá, obvio y una querida amiga que pasó por algo similar. No sé por que tenía (falsos) pensamientos hacia el futuro, en los que veía cómo mi bebé quería más a su papá que a mí. Yo en mi mente decía que eso no puede ser porque yo sabía que los niños generalmente son más apegados a sus mamás, pero que tal vez yo no iba a ser suficiente para él. Tal vez yo no le iba a agradar. Como siempre he sido media odiosa, no le iban a gustar mis bromas o los apapachos que le diese.
Ya cuando nació, yo simplemente esperaba que esa pesadilla se volviera realidad. Era como si llamara a que esto pasara, a que me rechace en todos los aspectos. Creo que esa fue una de las causas por las que no pude darle mucha leche materna. Todas me decían que tenía que hacerlo y que no importa el dolor y encima todos los libros y blogs que me comía leyendo decían también eso. Que seguramente le estoy dando mal por la posición o que él no estaba agarrando bien, pero que igual tenía que darle porque mientras más prendido esté, más me va a salir, que la LM es lo mejor que le puedes dar a tu bebé y que cualquier otra cosa no le iba a hacer “naturalmente” bien. Y parte de eso es cierto, pero yo no quería darle porque me dolía.
Cuando él despertaba de un breve sueño, yo trataba de mecerlo para que no despertara y siguiera durmiendo y así no tener que darle leche porque sabía que iba a ser un martirio para mí. Yo lloraba cuando le daba porque me dolía terriblemente. Intenté mil posiciones, la asesora de lactancia que fue a visitarme a mi habitación me enseñó cómo colocarlo pero el dolor persistía. Sin embargo, le daba leche por más de 1 hora y cuando lo sacaba de mi pecho, lloraba y no se calmaba: seguía teniendo hambre.
Así que, con lágrimas en los ojos, llamé a la enfermera y le pedí fórmula, sintiéndome la peor de las madres y pensando que todos me iban a señalar con el dedo porque me había rendido y porque le estaba dando cosas anti naturales a mi bebé.
Aún así, seguí dándole lo poco que tenía. Tomaba mucha agua, cacao y todas esas fórmulas mágicas que supuestamente te ayudan a producir más leche. Sí, tal vez a algunas les funcione, pero yo creo que eso es más psicológico. En mi cabeza tenía la idea de que nada de lo que hiciera iba a resultar. La verdad es que las mamás sentimos muchísima presión cuando se trata de la lactancia: Por TODAS partes te dicen que es lo mejor, que debes darle exclusiva hasta los seis meses, que debes de seguir dándole hasta los dos años, pero en ninguna parte encuentras algo que te diga “si le das fórmula, igual va a estar bien”. NO. Es más, hasta en las latas de fórmulas complementarias (las que son después del año) dicen que son recomendadas para a partir de los 2 años. Yo me preguntaba “¿Entonces qué diablos le voy a dar a mi hijo entre 1 y 2 años?” La pediatra de Lucas me explicó que eso sólo lo ponen para “fomentar” a que las madres sigan dando de lactar a sus bebés hasta los dos años. Pero ¿Quién piensa en las que ya no damos de lactar? ¿Por qué me hacen sentir como si la fórmula fuese peor que racumín? Yo sentía que la fórmula no iba a ser suficiente para alimentarlo y que algo tal vez le iba a fallar en el organismo por yo haberme rendido y fracasado en el proceso de la lactancia.
Pero, ¿ADIVINEN QUÉ? Mi hijo es un niño sano, no está desnutrido, come bien, tiene buena talla, es juguetón y me acaricia la cara por las noches. Entonces, esa pesadilla se quedó en lo que era, un simple sueño. No por no darle pecho no existía apego entre nosotros, él igual me amaba. Él igual se emociona cuando llego de trabajar o cuando hablamos por teléfono. Él igual ríe cuando le hago bromas y está tan acostumbrado a mis apapachos que ni me empuja (como cuando está con Emma ). Él acepta mis mordiscos traviesos, mis aplasta cachetes y mis besos locos..porque me ama. Simplemente me ama.
Cuando él necesita de mi, yo voy hacia él. Lo cargo y lo abrazo y él me abraza también. Para mí no existe “la maña” ni “los bracitos”. Para mí existe su necesidad, la de estar junto con su mamá, a la que conoce desde antes de nacer, la que sabe lo que necesita. Yo sé que cuando él llora es porque: o tiene hambre o está incómodo. Sé que cuando él hace sonidos de queja es porque tiene el pañal sucio o porque tiene sueño. Sé que cuando el ríe a carcajadas, es porque está jugando con su papito y su hermanito. Sé que cuando el sonríe, es porque me está viendo a mí.

Así que, mami primeriza que tienes temor a lo que se viene: No creas que yo siempre supe lo que él necesitaba. Todo lo fui aprendiendo poco a poco. Aunque no lo creas, tu bebé ya nace con una personalidad que no vas a poder cambiar, pero de la que vas a aprender para saber cómo tratarlo. Lucas siempre fue un bebé serio y solo cuando recibía algún tipo de estímulo agradable sonreía. Emma por ejemplo, siempre ha sido risueña. ¡Se ríe hasta de cuando ve pasar al heladero!
Si sientes que no puedes, que vas a fallar o que las vas a c*gar, busca alguien en quien te puedas apoyar. Sea tu pareja, un familiar, amigo o hasta un profesional de la salud. No importa quién, solo que te sientas cómoda con esa persona para poder desahogarte.
Vas a recibir muchos consejos de qué, cómo y cuándo hacer las cosas. Algunos los retendrás y otros los dejarás ir, porque tú sabes lo que va a ser mejor para tú bebé, no por algo TÚ ERES LA MEJOR MAMÁ QUE TU HIJO PODRÍA TENER.
Repítetelo, a mí me sirvió
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