Tú me convertiste en mamá
- Meli
- 24 ene 2017
- 4 Min. de lectura
– ¿Quieres ser mi amiga?
Fue lo primero que me dijo cuando lo conocí. Estaba en mi carro esperando a su papá porque había olvidado algo dentro de su casa, cuando de pronto un pequeño pillín con ojitos chinitos se metió en Edward (así llamo a mi carro ) y empezó a mover todos los botones.
“¡Hola!” – le dije – ¿Cómo te llamas?. “Fabrizio” – respondió, justo en el momento en que su papá regresaba. “Papá, ¿ella es la princesa de la que me hablas por las noches?” “Sí, hijo, ella es”.
Yo me quedé muda. Veía como este pequeñito seguía machucando todos los botones que podía. Su papá me veía con cara un poco apenada pero yo lo veía con curiosidad. Le pregunté de qué princesa hablaba y me contó que su papá le contaba historias antes de dormir sobre una princesa que acababa de conocer. No hice más que reirme, pero la actitud de Fabrizio me pareció tan tierna, encantadora y sobretodo natural que le pregunté: “Ah, sí?, que más dice de mi?” “Pues que eres muy hermosa y que vamos a ser amigos…¿Quieres ser mi amiga?”.
Desde ese día, hace 6 años seguimos siendo amigos, aunque ya avanzamos a un nivel mayor. Ahora en vez de decirme amiga, me dice mamá.
(Extracto del Blog “Quieres ser mi amiga?” Publicado el 28 de junio de 2016)
—
A veces siento que tengo que explicar la situación.
Cuando me ven con Lucas y me preguntan si es mi primer bebé, tardo en responder. Les digo que sí, es mi primer bebé pero mi segundo hijo. Todos me miran con cara extraña, hasta que les digo que mi esposo tiene un hijo mayor y que yo soy su madre.
Mi esposo me contó la historia de cómo fue que Fabri terminó viviendo solo con él, mientras la mamá vive en Chile. Fue un acuerdo entre los dos y, como siempre hemos mencionado en este blog, no voy a juzgar la decisión que tomó ella de entregarle a su hijo para que lo críe. Mi esposo ha hecho un buen trabajo.
Sé que es más común escuchar este tipo de casos pero en “padrastros”. No sé si denominarlo así porque suena bien mortífero y tétrico. Siempre se ha asociado el término a alguien malvado que quiere hacerle daño al niño…
¿Cuántas madrastras malvadas que han querido envenenar a sus hijastros?”.
Pero yo no era así. Yo nunca me he comportado como una madrastra para él. Cuando nos íbamos a casar, Fabri se emocionó tanto que empezó a llamarme mamá. Yo nunca lo obligué a decírmelo, pero sé que él y su papá tuvieron una conversación en la que mi pequeñito decidió llamarme así.
“Yo quiero que tú seas mi mamá. Desearía que retroceda el tiempo y mi papá te conozca a ti antes para que yo sea tu hijo de verdad”. Más que obvio que me hizo llorar, ¿no? “Mi amor, tú eres mi hijo de verdad” – le dije – “No porque yo no nací de tu barriga. Quiero nacer de tu barriga”. “Fabri, primero que nada, no es la barriga (¡cuando no, yo corrigiendo!). Pero mi amor, tú no naciste de mi barriga, pero naciste de mi corazón”. Él no entendía la metáfora del asunto, hasta que le dije que eso era lo más importante. Le pregunté quién estaba siempre con él, quién lo cuidaba cuando enfermaba, si cuando él necesitaba algo no me lo pedía a mí, si cuando no quería dormir solo, no lo acompañaba yo. “Si mamá, tú siempre estás conmigo. Yo nací de tu corazón y tú del mío”.
(Extracto del Blog “Quieres ser mi amiga?” Publicado el 14 de julio de 2016)
No tengo más que palabras de agradecimiento para ese niño que con su ternura me robó el corazón. De él conocí el primer llamado a “mamá” y de él me enamoré primero.
Pero, no es lo mismo.
No lo es, simplemente no es lo mismo el sentimiento de sentir a tu hijo crecer en tu vientre que ya conocerlo grandecito. Pero eso es lo de menos. Yo amo a Fabrizio porque el es mi hijo. Yo decidí amarlo, yo decidí educarlo, yo decidí ser su madre. Es diferente porque cuando tienes un bebé, ya sabes que lo amas y tienes que hacerlo porque bueno pues, es tu hijo. Pero créanme que el sentimiento es más intenso cuando sientes amor por alguien que no es “obligatorio”.
Evito hacer comparaciones de sentimientos porque no tiene ningún significado para mi. No hago distinciones en cuanto al amor que les doy, sin embargo, las atenciones que le doy a Lucas son más continuas por el hecho de que es un bebé, pero eso no hace que descuide a Fabri.
Tampoco fue fácil.
Los niños no son tan fáciles de conquistar. Sin embargo, él y yo nos llevamos bien desde un principio. Pero el que no haya sido fácil, no se refiere a la afinidad entre él y yo, sino más bien a que no fue fácil para mí el responsabilizarme de un niño pequeño. Pero ese ya será tema de otro post.
Hoy quiero aprovechar este espacio para decirle a mi hijo Fabrizio cuánto lo amo. Hemos pasado por muchas cosas juntos y hemos aprendido a conocernos y amarnos. Así que, no me queda más que decirle: ¡Felices 9 años, mi amor! Gracias por seguir siendo, como me propusiste el día en que nos conocimos, mi “amigo”.
Te ama,
Mamá

Comentarios